Ayer mismo pasamos un rato más que agradable, primero entrenando con los niños en Dos Hermanas y luego tomando un rico café en el Mirador divagando sobre cómo cada uno de asimilar su karate y construir supropia experiencia, para no caer en la mera imitación y poder seguir su propio camino.
Eso también es karate-do, ¿no?
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