3 de diciembre de 2008

¿Daño? ¿Ofensa?

Es cada vez más frecuente que las personas confundan los privilegios con los derechos, el deseo con la voluntad, lo que se quiere con lo que se necesita, el precio con el valor, la opulencia con la realización personal, la realidad con la apariencia, el malestar con la enfermedad.
En este sentido, las personas se causan a sí mismas y a los demás mucho sufrimiento innecesario por no distinguir entre ofensa y daño.

El daño, como acción física, podrá ser intencionado o no intencionado, estará ocasionado por otras personas o por las fuerzas de la naturaleza.
La ofensa. Si usted se siente provocado, enfadado y molesto; experimenta malestar. Le han ofendido. Sin embargo no le han hecho daño.

Si alguien intenta ofenderle, siempre le queda la opción de negarse a aceptar la ofensa. No puede ofenderse sin su propio consentimiento (pero sí que le pueden hacer daño sin su consentimiento). ¿Advierte la diferencia?

El daño es una calle de sentido único, mientras que la ofensa circula en ambos sentidos. Puede sufrir daños en contra de su voluntad, pero nunca ofenderse en contra de su voluntad.

“No nos perturban las cosas sino las opiniones que nos formamos al respecto”"

1 comentario:

JoseLito José dijo...

Al hilo de lo que comenta el Sensei, seguro que os suena esta historia, que circula por estos mentideros.

Un gran samurai, que vivía cerca de Tokio, se dedicaba a enseñar el arte zen a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que era capaz de derrotar cualquier adversario. Cierta tarde, un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos apareció por allí. Quería derrotar al samurai y aumentar su fama.
El viejo aceptó el desafío y el joven comenzó a insultarlo. Pateó algunas piedras hacia él, escupió en su rostro, gritó insultos, ofendió a sus ancestros, etc... Durante horas hizo todo para provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final del día, sintiéndose ya exhausto y humillado, el guerrero se retiró.
Los alumnos, sorprendidos, preguntaron al maestro cómo pudo soportar tanta indignación.
- Si alguien llega hasta ustedes con un presente, y ustedes no lo aceptan, ¿A quién pertenece el presente ?
- A quien intentó entregarlo, respondió uno de los discípulos.
- Lo mismo vale para la injuria, la rabia, la calumnia y los insultos. Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los traía consigo.


Y también tenemos una perla de sabiduria popular o refran, con el mismo hilo aproximadamente: No ofende quien quiere, sino quien puede

Mata ne!